
El más importante es que estas conductas ocurren cuando el perro es dejado solo en la casa. Otros hechos relevantes que pueden ser indicativos de ansiedad por separación son: el perro se altera emocionalmente unos minutos antes de la partida del propietario, comienza a ladrar, aullar y/o a arañar la puerta en forma inmediata después de que se marcha, recibe a su dueño muy efusivamente, como si hiciesen años que no lo ve, aunque la separación haya sido de sólo treinta minutos. Hay que tener en cuenta que su causa es siempre la angustia del animal por la soledad y que jamás se trata de venganza ni de bronca porque su dueño lo dejó solo. Por eso si una persona regresa a la casa después de algunas horas de ausencia y encuentra que su perro ha hecho todo tipo de desastres, no debe castigarlo ya que así no sólo no solucionará el problema sino que posiblemente lo agravará.
La manera adecuada de corregir este comportamiento indeseable es mediante las denominadas "partidas programadas". Esta técnica consiste en dejar solo al perro por muy breves instantes a fin de que no experimente la sensación de angustia y luego aumentar gradualmente el tiempo de exposición a la soledad.
Además se deberá eliminar toda situación que genere ansiedad en relación con la partida y la llegada. Tanto al irse como al regresar a su domicilio, el dueño no debe saludar ni hablarle al perro durante unos minutos a fin de no aumentar el compromiso emocional del animal.
Por todo lo dicho resulta de vital importancia que el dueño de un perro acostumbre a su animal a quedarse solo en la casa a edad temprana, es decir, desde que el cachorro se incorporó a su nuevo hogar. De esta manera, el pequeño se acostumbrará a tolerar la soledad sin experimentar ningún tipo de angustia.
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